Ahora sí que me importa
Tu género
De joven, me encantaban grupos como los Communards, Bronsky Beat, Jimmy Somerville, George Michael... Freddie Mercury nunca fue un obstáculo para escuchar las canciones de The Queen, sino más bien un acicate.
En mi ingenuidad, nunca me imaginé que eran gays. Y cuando lo descubrí, tampoco me importó. Tengo familiares que son gays y están casados con otros hombres. Me llevo estupendamente con ellos.
Pero comenzó a importarme cuando la ideología de género comenzó a apoderarse de todo como una hidra. Lejos de ser una actividad privada con la que no estaba de acuerdo, pero que no afectaba a mi vida práctica, empezaron a hacerla pública y convertirla en un orgullo; que dicho sea de paso, es una de las manifestaciones del pecado capital de soberbia.
Entonces, es cuando comienza a importarme. No porque el tema tenga en sí mismo importancia, sino porque se utiliza contra mi forma de ser y estar en el mundo y la de los míos.
Y así,
- Se llena de banderas multicolor que acaparan e ideologizan el espacio público durante semanas, llegando a colgarse incluso en edificios públicos.
- Se pintan bancos en los que me siento, en lugar de dejarlos con su color natural de maderra o hierro.
- Se tapan contenedores de vidrio durante años sin que nadie se atreva a quitarlas por miedo a que les cuelguen el estigma de homófobo.
- Se cambian códigos penales, que pervierten el orden moral anterior haciendo pasar lo que toda la vida ha sido inmoral, como algo deseable y bonito. Y como ahora se presenta como algo bueno, entonces debe promocionarse, potenciarse y incluso enseñarse en las escuelas. Además de no poder tener hijos porque sus relaciones sexuales son intrínsecamente estériles, encima quieren expandirse en la mente de mis hijos, conculcando mi patria potestad; haciendo pasar lo que antaño se habría considerado sin dudas como corupción de menores, ahora se disfraza de educación sexual, al más puro estilo de "Un mundo feliz" de Aldous Huxley.
- Se aprovecha cualquier tipo de evento para emplearlo como altavoz de su ideología e impregnarlo forzadamente. Imposición que no ha pasado desapercibida y ha sido rechazada por las conferencia episcopal respectiva.
Tu piel, tu origen
De joven, me encantaban cantantes como Michael Jackson, Denzel Washington, Aretha Franklin, Sidney Poitier, Azucar Moreno, Diana Ross, Celia Cruz, Donna Summer, James Brown, Jimmy Hendrix, Gloria Gaynor, Morgan Freeman, Tina Turner, Whitney Houston... nunca me perdí un capítulo del príncipe de Bell Air o el show de Bill Cosby. Me importa un bledo en qué equipo español juegue Samuel Eto’o que es de Camerún. Doy clases a extranjeros que provienen mayoritariamente de hispano América y también tengo recurrentemente alumnos de raza oriental.
Pero comenzó a importarme cuando gente de universidades que se suponía que eran más sabios que yo y con más conocimientos comenzaron a culpar a la raza blanca por sus problemas. La teoría crítica de la raza comenzó a apoderarse de todo como una hidra, y lejos de ser una ocurrencia de académicos aburridos que no sale de un desvarío informal de sillón, con la que no estaba de acuerdo, empezaron a hacerlo público y convertirlo en una bandera con la que pretenden victimizarse perennemente, de la que no hay escapatoria y frente a la cual, nunca hay redención, ni perdón.
Banderas culturales que acaparan e ideologizan el espacio público con organizaciones como BLM reescribiendo la historia, tumbando estatuas y que cambian códigos sociales. Algo
que debe potenciarse, cambiar la historia que se cuenta en las
escuelas, a pervertir el sentido de la historia haciendo pasar a libertadores como genocidas racistas y a culturas inhumanas, afortunadamente superadas y olvidadas, como deseos alcanzables. Entonces, cuando se pretende cambiar mi historia, culpabilizándome a mi de lo que hicieron unos señores, que no conozco, hace tantos años, que ni siquiera queda ya ni el polvo de sus huesos; cuando pretenden cambiar mi forma de ser y estar en el mundo, entonces, es cuando comienza a importarme.
Tu voto
Nunca me importó tu preferencia política, hasta que empezaste a condenarme por la mía. Me discriminas y estigmatizas en la esfera pública. Me sacas mi dinero vía impuestos para comprar a los medios de comunicación; como es el caso de Antena 3, el pozo sin fondo de las entidades públicas, entre otros, consiguiendo que las subvenciones públicas se conviertan en la principal fuente de ingresos del sector audiovisual. Nadie muerde la mano que le alimenta, es por ello que los medios dejan de serlo para convertirse en altavoces y correas de transmisión del poder político del que viven. Por ello, se guardarán muy mucho de cubrir informativamente a determinados partidos y si lo hacen, será siempre de modo peyorativo, fragmentando la natural expresión de la ciudadanía.
Y por si la intencionalidad del partido en el gobierno no estuviera clara, estas subvenciones se aumentan y otorgan siempre antes de entrar en campaña electoral.
No me importó nunca tu orientación política salvo cuando esta comienza a afectarme laboralmente. Una entrevista inocente en la calle; tu actividad fuera del trabajo, te cuesta el empleo.
Simplemente tu amistad con el adversario político te cuesta una detención y salir en todos los periódicos.
Tu dinero
Nunca me importó que fueras rico o pobre, hasta que comenzaste a discriminarme por mi progreso; a imponerme cargas por el mero hecho de existir; cuando me pago más impuestos porque simplemente gano más; o porque compro los artículos de lujo; cuando tu necesidad me impide tener mi casa; o tus impagos me cuestan dinero.
Tus creencias
Nunca me importó que tus creencias fueran diferentes de las mías, hasta que exigiste que las mías fueran consideradas malignas.
No me importó nunca tu orientación religiosa salvo cuando esta comienza a afectarme laboralmente. Una opinión en redes sociales, te cuesta el empleo. Simplemente la adscripción a una universidad católica, te cuesta el proyecto de investigación.
No aceptar determinados "trabajos" te hace perder el seguro de desempleo. Y como no te espabiles, dentro de unos años, perderás el empleo si no asesinas a ciudadanos españoles de pleno derecho dentro del vientre de sus madres.
No me importaba tu presencia ni tu aversión hacia o religioso hasta que comenzaron tu ataques. No me importaban tus prejuicios hasta que oponerme a ellos me lleva a los tribunales.
Nunca me importaron tus ideas hasta que comenzaste a insultarme por las mías y a crear leyes con las que maniatar mi libertad de expresión, como paso intermedio para alcanzar tu verdadero objetivo: impedir mi libertad de pensamiento.
No me exijas tolerancia con tus ideas, porque soy un intolerante. Pídeme respeto por ti y, sobe todo, gánatelo dejando de ponerte en evidencia.
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