Sólo estábamos siguiendo órdenes


A finales de los años 60, un ingeniero muy idealista construye su propia isla junto a la costa italiana. Medio kilómetro más allá del límite juridiscional de las aguas territoriales. Al declararla nación independiente, llama la atención de todo el mundo y especialmente del gobierno italiano, que tiene que tomar cartas en el asunto tras ver que la ONU y el consejo de Europa se interesan por el tema. 

El ingeniero Giorgio Rosa está profundamente enamorado de Gabriella Chierici, una profesora de derecho internacional, en cuya clase irrumpe sin ser su alumno. Podéis ver el extracto de la película creada por el canal Netflix en el que recoge en forma de docudrama este insólito hecho histórico.

En este fragmento, Gabriella afirma que "...los nazis, llamados a responder a las acusaciones de crímenes contra la humanidad, apelan al derecho positivo, alegando en la causa la famosa frase: sólo estábamos siguiendo órdenes. En otras palabras observaban la ley que, por brutal que fuera, es siempre la ley. De ahí que, ante esta descarga de responsabilidad, los jueces respondían a su vez apelando al derecho natural. El derecho natural no es otra cosa que el sentido innato de justicia que reside internamente en cada uno de nosotros, recordándonos que siempre es más importante anteponer lo justo a las reglas; lo que es justo a las leyes. Porque las leyes cambian, pero lo justo permanece para siempre."

Esta simple y sencilla explicación puede servir para otros muchos ejemplos tanto pasado como presentes. "Sólo estábamos siguiendo órdenes" sería la escusa para:

  1. Seguir explotando negros en las plantaciones sureñas de los EE.UU. de América.
  2. Seguir llevando judíos a los campos de concentración.
  3. Seguir encarcelando disidentes en los Gulags rusos.
  4. Seguir "reeducando" ciudadanos no afines al gobierno en Corea del Norte.
  5. Lapidando a infieles en Arabia Saudita.
  6. Asesinando mujeres dentro de sus madres antes de que salgan y puedan concebir otras mujeres.
  7. Asesinando ciudadanos cuando dejan de sere productivos por enfermedad o vejez.
Así, la ley deja de estar al servicio del hombre y se convierte en la coartada con la que cegar la conciencia y justificar la inacción.

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