Parasitados
El movimiento ecologista es como las sandías. Al principio, cuando nació el movimiento ecologísta, al igual que las sandías, eran pequeños y verdes, tanto por dentro como por fuera.
Pero al ir creciendo, la izquierda vio en ellas una oportunidad de transformar la sociedad incorporando la coartada verde a sus postulados. De forma que, con el tiempo, los rojos, fueron recubriéndose de una capa verde que distraia a sus enemigos, que no vieron amenazas en una fruta de color verde y aspecto apetitoso llena de jugo.
El socialismo parasitó así al movimiento ecologista, convirtiéndolo en verde por fuera y rojo por dentro, como las Sandías maduras. De ahí el resurgimiento de todo lo ecológico tras la caída del muro de Berlín y la reconversión forzada de la izquierda en búsqueda de nuevas causas e ideales tras abandonar la lucha obrera que la definió y caracterizó durante tantas décadas y revoluciones.
Esta misma parasitación fue la que realizó también con los movimientos feministas en la década de los 50 y 60 del siglo pasado. El feminismo se transformó en hostil al ser infestado de la lucha de clases. Para eso primero había que crear la separación (classes) imnpostar un conflicto y sus víctimas para poder tener la coartada de la lucha. Así, se convirtió el feminismo en la fruta del dragón, que es rosa por fuera, pero roja por dentro.
No hay área que no pueda producir conflictos que no haya sido parasitada y acaparado su protagonismo por la izquierda. Como por ejemplo,
Pero al ir creciendo, la izquierda vio en ellas una oportunidad de transformar la sociedad incorporando la coartada verde a sus postulados. De forma que, con el tiempo, los rojos, fueron recubriéndose de una capa verde que distraia a sus enemigos, que no vieron amenazas en una fruta de color verde y aspecto apetitoso llena de jugo.
El socialismo parasitó así al movimiento ecologista, convirtiéndolo en verde por fuera y rojo por dentro, como las Sandías maduras. De ahí el resurgimiento de todo lo ecológico tras la caída del muro de Berlín y la reconversión forzada de la izquierda en búsqueda de nuevas causas e ideales tras abandonar la lucha obrera que la definió y caracterizó durante tantas décadas y revoluciones.
Esta misma parasitación fue la que realizó también con los movimientos feministas en la década de los 50 y 60 del siglo pasado. El feminismo se transformó en hostil al ser infestado de la lucha de clases. Para eso primero había que crear la separación (classes) imnpostar un conflicto y sus víctimas para poder tener la coartada de la lucha. Así, se convirtió el feminismo en la fruta del dragón, que es rosa por fuera, pero roja por dentro.
No hay área que no pueda producir conflictos que no haya sido parasitada y acaparado su protagonismo por la izquierda. Como por ejemplo,
- Los LGBT+ que son como los tomates arco iris, que son multicolores por fuera, pero siguen siendo rojos por dentro.
- Las universidades, que son como las moras. Bajo la apariencia de seriedad y rigor científico de su color negro, son rojas por dentro en muchos, casos salvo loables excepciones.
- La cultura, el cine, el teatro, la literatura,... que son como las naranjas sanguinas, que bajo una apariencia de diversión naranja por fuera, son en realidad rojas por dentro.
- Espulsar de él a todos los que no sean rojos por dentro.
- Reclamar la propiedad en exclusiva del movimiento para los rojos.
- Convertirse en autoridad moral y ejercerla, siendo ellos los que determinan quienes pertenecen al clan y quienes no.
- Desacreditar a todos los expulsados.

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