Eufemismos de la Fecundación in Vitro
Hay que estar muy vigilantes con los eufemismos que nos intentan imponer desde los centros de generación de contenidos, en neolengua: think tanks. Los verbos, los conceptos... todo está podrido desde la base. Nunca son inocuos y hay que tener mucha precaución para no caer en sus trampas dialécticas. Veamos algunas de ellas.
Un embrión sobrante no se destruye, se asesina
Un embarazo no se puede "interrumpir". La única forma en la que se puede destruir la vida de los embriones humanos es asesinándoles. Esta trampa retórica cosifica al nasciturus, es decir, el ser humano en periodo de gestación, fijándose sólo en su parte física, obviando que esa parte física está viva y que esa vida es, además, humana.
No se puede matar un coche, se puede destruir un coche. Se puede matar espiritual o físicamente a una persona, sin destruir su parte física; simplemente paralizando su corazón durante un breve tiempo o impidiendo su respiración. Sólo después de que el ser vivo haya muerto, comienza el proceso de destrucción de su cuerpo. Desmembrar su cuerpo vivo no es más que otra forma salvaje e incivilizada de asesinar a una persona.
Sin dignidad humana
El primer paso en el proceso de eliminación del adversario es cosificarle para negarle su dignidad humana. Seguidamente se le convierte en chivo expiatorio de todos los males para, por fin, proceder a su eliminación masiva sin prejuicios morales, tal y como se haría con una plaga de ratas. Es una forma muy torticera de no perder el sentimiento de estar actuando en consonancia con unos principios morales, de mantener la dignidad personal y no tener remordimientos por lo que se está haciendo. Incluso aumentar la percepción moral de ser mejores. De esta forma, se convierte el aborto en un greycidio.
La expresión "destruir embriones" sobrantes tras el descarte producido en una Fecundación in Vitro (FiV) es un concepto que ha sido concebido deliberadamente para deshumanizar a los embriones humanos y justificar su eliminación como objetos; tejidos con vida, incluso reconocidos como vida humana, pero sin dignidad humana.
Una prueba del tratamiento como objetos de las nuevas vidas humanas que se han forzado a crearse en una fría probeta, los nuevos embriones, en tanto que son considerados producto industrial, son sometidos a rutinarios controles de "calidad". La más mínima evidencia o sospecha de defectos o anomalías genéticas sentencia a muerte a los embriones descartados.
Un hijo deja de ser un don gratuito de Dios, al cual no tiene derecho ningún matrimonio, y se convierte en un producto industrial producido en masa. Un producto al que sí que tengo derecho. El matrimonio se convierte en Dios e impone su voluntad, normalmente contraria a la de Dios.
Convertir a las víctimas en seres inferiores a los humanos o directamente no humanos fue empleado por el régimen nazi contra los judíos, gitanos, discapacitados... También fue utilizado por el régimen del apartheid en Sudáfrica o directamente por los colonos anglosajones en América del norte o los musulmanes durante las razias que cometían por todo el arco mediterráneo. Que se lo pregunten a los integrantes de la orden de los Trinitarios o a Miguel de Cervantes o a todos los que participaron en la batalla de Lepanto.
No es un tratamiento de la infertilidad sino un transferencia de fertilidad sintética
La FIV NO es un tratamiento para la infertilidad porque NO convierte una pareja infértil en fértil. No cura la infertilidad mediante algún tipo de tratamiento médico. La FiV concibe nuevas vidas humanas en un laboratorio, al margen del coito de la pareja, incluso a veces con esperma u óvulos externos a la pareja. No cura la infertilidad, simplemente realiza una concepción de forma paralela e introduce el producto generado dentro del útero de la madre. Es decir, se reemplaza el acto conyugal por técnicas asépticas de laboratorio.
Es una técnica eugenésica para garantizar el negocio
Si la FiV generara hijos con defectos, con síndrome de Down, con disfunciones motrices, bajitos o debiluchos, muchos se pensarían emplear estos "servicios". La industria debe proveer a los clientes de productos de calidad, con garantías de funcionamiento, como se hace con las lavadoras, los coches o los móviles. Para poder garantizar estos niveles de calidad, no se duda en fecundar todos los óvulos que se pueda y matar el resto con el fin de poder ofrecer uno con la suficiente "calidad". Por esto la industria de la FIV quiere que se utilice la terminología `destruir´ en vez de asesinar embriones humanos.
Sin embargo, la habitación de los horrores de la FiV, que se mantiene cerrada a cal y canto a la opinión pública es que el coste de los tratamientos es altísimo, se somete a una manipulación hormonal a la mujer que tiene secuelas; un porcentaje elevado de las intervenciones acaban con un hijo muerto; muchas vidas humanas nuevas fueron concebidas y asesinadas en el laboratorio; o bien fueron paralizadas temporalmente en congeladores o murieron al descongelarse; otras vidas humanas no lograron implantarse en el útero o sencillamente, murieron en un aborto espontáneo prematuro por la artificialidad de la FiV.
Principios morales
Los que abortan y trabajan en la industria de FiV son conocedores de que estos embriones son seres humanos, de que están vivos y que podrían convertirse en humanos adultos si les dejaran. Sin embargo, están dispuestos a sacrificarles por la posibilidad de tener un solo bebé al que abrazar y amar.
Decidir un operario qué ser humano tiene derecho a vivir y cual no, es usurpar el lugar de Dios y ponerse a la altura de regímenes nazis cuya existencia pensábamos que ya estaban superados.
Aceptar el aborto es aceptar la FiV. Aceptar ambas al principio de la vida es aceptar la eugenesia que allana el camino a aceptar la cacotanasia. Sí cacotanasia, que no tiene nada que ver con la eutanasia, que estaría más próxima a los cuidados paliativos aplicables en las etapas finales de la vida. Siguiendo la ventana de Overton, podéis imaginaros al modelo de sociedad al que vamos.

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