Una de las torturas más salvajes
La piel de los embriones es prácticamente una pared celular debido a lo temprano de su gestación y a la necesidad de poca defensa debido al protector entorno que lo arropa. Para que os hagáis una idea, es como cuando os hacéis una rozadura intensa y amplia que se pone la piel roja porque se han descamado todas las capas de piel muerta superiores y han quedado al descubierto sólo la piel consistente en células vivas.
En el caso del bebé, todavía es más fina esa pared celular. A medida que va avanzando la gestación, esa piel va cobrando grosor en preparación del momento del parto. Pero de momento, es prácticamente de un grosor celular mínimo.
Ahora imaginaros que esa rozadura la tuvierais en toda la superficie de vuestro cuerpo. Vamos, que estáis en carne viva, pero todavía sin sangrar porque la piel fina, todavía está y retiene los líquidos interiores respecto de los exteriores. Imaginaros la sensibilidad con la que estaríais. Para no sufrir, deberíais estar flotando suspendidos en un líquido a 36.5 grados porque cualquier variación de temperatura la sentiríais de una manera mucho más intensa.
Ahora que estamos en ese líquido protector, disolvemos sal en agua hasta hacer una salmuera concentrada. Un valor típico suele ser una concentración de 2200 mEq/L que equivale a unos 64gr de sal por litro. Para que os hagáis una idea, cuando se encurten aceitunas para comer en la mesa, la concentración de la salmuera de que permite a las aceitunas mantenerse en conserva durante todo el año es de entre 50gr por litro y 130gr.
Cuando el sicario vestido de bata blanca inyecta ese líquido en el líquido amniótico el bebé tiene una sensación de quemazón tan intensa que sentiría como si te estuvieran abrasando con fuego por todos lados, incluyendo los ojos cuando abra los párpados y hasta la punta del dedo gordo del pie. Si abriera la boca por la intensidad del dolor, entra el líquido dentro y le abrasaría adicionalmente por todo el interior de la boca. Es como si toda su boca fuera una llaga viva, porque de hecho, lo es. Y si finalmente el bebé engulle el líquido, la sensación es de que le abrasa todo el esófago como cuando vomitas algo muy intenso o si tragaras lejía.
Todas sus terminales nerviosas periféricas de la piel están siendo sometidas a una sensación de dolor intenso como si todo su cuerpo le quemara. La saturación del dolor es tan intensa que es posible que tenga la suerte de que se desmaye antes de que muera. Pero si no lo consigue, la agonía y los estertores le acompañarán hasta el último segundo de su corta vida.
Que le digan a esta niña que acaba de ser torturada hasta la muerte que es por su bien; que está siendo empoderada; que el feminismo reclama su sacrificio por el bien de las mujeres. Otra víctima más en el altar de Moloch.

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