Eugenesia pusilánime
Si a los padres no les gusta el producto generado o prefieren dedicar a otros aspectos los recursos económicos y materiales que demandará el niño, se debería permitir matar a esos niños sanos.
Esta mentalidad de eficiencia humana llevada a la práctica, lleva a que los ginecólogos, ante diagnósticos, muchas veces no confirmados, transmitan a los padres que existe un cierto riesgo o sospecha de malformación. Frente a la mera posibilidad de que, tal vez, el niño pudiera padecer la más mínima contrariedad, se están realizando abortos preventivos. Por miedo a las consecuencias de obtener un falso negativo, se prefiere asesinar a miles de falsos positivos. De hecho, la ley es especialmente infame con los síndromes de Down.
Si los padres deciden seguir adelante con los embarazos, pese a esa sospecha diagnóstica, en muchas ocasiones suelen nacer niños sanos. Sin embargo, cuando se realizan esos abortos "preventivos", normalmente no se hace un análisis posterior del feto desde el punto de vista cromosómico o anatomopatológico para confirmar si si existía o no la malformación, verificar si las sospechas eran infundadas y si se realizó un asesinado de una persona sana, sin merecerlo.
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