Discurso del Papa Francisco Chatboteado

El Papa Francisco en la JMJ

El discurso integro que el Papa ha estado elaborando sesudamente, durante meses, para la JMJ de Lisboa, en 2023, es un mensaje pensado hasta la última palabra. Un mensaje corto y denso para aprovechar la oportunidad única en la que millones de personas venidas de todo el mundo, que han estado ahorrando durante meses para poder realizar este viaje, que llevan días y días de peregrinación en aviones, autobuses, coches... millones de kilómetros recorridos, generando una huella de carbono enorme para poder escuchar las palabras que el Papa, como vicario de Cristo y máximo representante de la Iglesia Católica tenía que decirles. He aquí, por fin, el mensaje:
  1. Comienza el discurso con un párrafo de introducción a la alegría en un hecho en la vida de la Virgen María.
  2. Sigue con que esa alegría procede de encontrarse con el mensaje de Cristo y que ese mensaje es para compartirlo. La alegría es misionera.
  3. Seguidamente se resalta que otros nos prepararon para encontrar esa alegría.
  4. Buscar la alegría cansa y eso produce caídas. El mensaje central es que lo que importa no es no caer sino no permanecer caído.
  5. Insiste en levantarse y en levantar a otros para seguir en camino.
  6. El éxito no se consigue sin esfuerzo y mucho entrenamiento.
  7. En la vida se aprende y eso es entrenamiento en el camino.
  8. El resumen de todo este discurso es que hay que caminar y si uno se cae, levantarse, caminar con una meta, entrenarse todos los días en la vida.
  9. En la vida nada es gratis, todo se paga, salvo el amor de Dios, que es gratis.
  10. No tener miedo.
Salvo la referencia a la Virgen al principio y a Jesús al final, uno podría sacar de contexto el resto del discurso y podría perfectamente haber sido redactado por Paulo Coelho. Lean, por ejemplo el comienzo de la página 24 o la 49 del libro "El arte de la felicidad" del Dalai Lama o cualquiera de los afamados miembros del conglomerado estelar de la autoayuda y comparen con las expresiones que aparecen en el discurso.
Francamente, me siento un poco decepcionado. Es un tic que vengo observando desde hace tiempo en muchos de los discursos que oigo: nos quedamos siempre en los nombres, pero nunca mencionamos los apellidos.
¿Costaba mucho decir el camino (nombre) de salvación (apellidos)? ¿Tanto costaba hablar de la Alegría (nombre) del Cristiano (apellidos)? ¿Por qué no hablar de la Vida (nombre) de Fe (apellido)? ¿Hablar de Caer (nombre) en el Pecado (apellido)? ¿De Permanecer Caído (nombre) en el pecado (apellido)? ¿Levantarse (nombre) mediante la Confesión (apellido)? ¿Entrenarse (nombre) mediante los sacramentos (apellido) o el ayuno, la limosna o la abstinencia o la oración? ¿Por qué empeñarse en realizar esta clamorosa elipsis que tan vacíos nos deja? ¿Por qué no poner el acento en aquello que nos une como cristianos y nos identifica del resto de "ofertas" culturales o religiones new age?
Si no ponemos los apellidos católicos, o al menos cristianos, en nuestros nombres, acabamos como el resto del mundo y nuestro discurso deja de diferenciarse del resto. Escamoteando deliberadamente nuestra idiosincrasia, la razón de nuestra Fe, eliminando a Dios del discurso, no convertimos precisamente en misionera a nuestra alegría, que es precisamente uno de los mensajes centrales del Papa.
Flaco favor hacemos a la causa.

ChatGPT

Seguidamente, he parametrizado al ChatGPT con los 10 puntos anteriores solicitándole que me genere un discurso de 1000 palabras para los jóvenes, como el del Papa. Lo siguiente es una copia literal del resultado generado por este famoso chatbot de openAI. Casi que prefiero la versión robótica, qué quieren que les diga.
 
Discurso elaborado por ChatGPT.
 
Queridos jóvenes,

Hoy nos reunimos en este espacio sagrado para reflexionar sobre un aspecto crucial de nuestra fe y nuestra vida: la alegría. Quisiera comenzar este discurso recordándoles un momento de profunda alegría en la vida de la Virgen María. Imaginemos por un instante la escena en la que María recibió el mensaje del ángel, la noticia de que sería la madre del Salvador. Su corazón rebosaba de gozo y gratitud, una alegría que superaba cualquier comprensión humana. Esta alegría nacía de un encuentro, de una experiencia transformadora que cambió para siempre su camino.

Queridos jóvenes, así como la Virgen María experimentó una alegría profunda al encontrarse con el mensaje de Cristo, también nosotros estamos llamados a descubrir y compartir esa misma alegría. Esta alegría no es egoísta, no es para guardarla en nuestro interior, sino que es misionera por naturaleza. Cristo nos llama a ser testigos de su mensaje, a difundir esa alegría entre nuestros hermanos y hermanas, a ser portadores de la Buena Nueva. Cuando compartimos esta alegría con los demás, estamos cumpliendo con nuestra misión más noble.

En nuestro camino hacia esta alegría, no estamos solos. Muchos han allanado el camino para que pudiéramos encontrar el mensaje de Cristo y la dicha que conlleva. Piensen en aquellos que han sido ejemplo de fe y amor, en aquellos que han dedicado sus vidas a servir a los demás, en aquellos que nos han guiado y enseñado. Su legado nos ha preparado para este encuentro con la alegría de Cristo.

Sin embargo, debemos reconocer que la búsqueda de la alegría puede ser agotadora. A lo largo de nuestro camino, enfrentaremos desafíos y caídas. Es importante entender que lo crucial no es nunca caer en el pecado, sino lo que hacemos después de caer. El mensaje central que deseo transmitirles es que no se trata de no tropezar, sino de no quedarnos caídos en el suelo. La verdadera valentía yace en levantarnos una y otra vez, en aprender de nuestras caídas y en ayudar a otros a levantarse también.

El éxito en esta travesía no se logra sin esfuerzo. Así como un atleta se entrena intensamente para alcanzar la victoria, nosotros también debemos entrenarnos en la vida. Cada experiencia, cada desafío, cada lección es una oportunidad para crecer, para fortalecer nuestra determinación y para mejorar en el camino que hemos elegido.

Recuerden, queridos jóvenes, que en la vida nada nos es regalado sin costo. Cada logro, cada paso adelante, requiere sacrificio y dedicación. Sin embargo, hay una excepción a esta regla: el amor de Dios. Su amor es un regalo inmerecido, una gracia que se nos concede libremente. Acojamos este amor en nuestros corazones y permitamos que nos guíe en nuestro caminar.

No teman, queridos jóvenes, por el camino que les espera. Enfrentarán obstáculos y desafíos, pero recuerden que Dios está con ustedes en cada paso del camino. Él es nuestra fuerza, nuestra guía y nuestra inspiración. Confíen en su amor y no se desanimen ante las dificultades.

En resumen, les insto a caminar con determinación y valentía. Si caen, levántense con humildad y perseverancia. Mantengan siempre una meta clara en mente y entrenen todos los días en la vida, aprendiendo de cada experiencia. Reconozcan el valor del esfuerzo y la importancia de compartir la alegría de Cristo con los demás. Y sobre todo, abrácense en el amor incondicional de Dios, que siempre está presente para guiarlos y sostenerlos.

Que la Virgen María, ejemplo de fe y humildad, interceda por cada uno de ustedes en este viaje. Que su alegría y su entrega a la voluntad de Dios les inspiren a seguir adelante con esperanza y confianza. Recuerden, queridos jóvenes, que el camino puede ser desafiante, pero en cada paso, en cada caída y en cada logro, Dios está con ustedes, brindándoles su amor y su fortaleza.

¡Que Dios los bendiga abundantemente en esta aventura de la vida!

Con cariño y esperanza,

[Nombre del Papa]


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