Autopercepciones (I)

Al abrir la huevera para hacer una tortilla en casa, uno de los huevos me espetó que se autopercibía como huevo de dinosaurio. Arqueé una ceja y seguí haciendo la tortilla, como siempre. Me importa un bledo y medio su autopercepción. Sigue siendo un huevo de gallina. Por cierto, estaba buenísima la tortilla.

Del mismo modo, uno que se perciba de raza negra, siendo caucásico, no deja de ser blanco por más que intente negarlo o autopercibirse de otra manera.

Así mismo, tampoco las autopercepciones mentales sobre las cuestiones abstractas cambian la naturaleza de la cuestión abstracta. Por ejemplo, si un padre se considera hijo de su hijo, no pierde la patria potestad, ni su hijo pequeño se va a poner a cuidar a su padre. Por más que el hijo pequeño se autoperciba como adulto, seguirá teniendo que ir a la escuela si no tiene todavía los 16 años, ni nadie le va a contratar por no tener la edad mínima para trabajar, ni le van a permitir conducir un coche por más que haya superado el examen teórico, caso de que le permitieran hacerlo.

Yo mismo, que me autopercibo como emperador de Francia, nunca me han permitido vivir en el palacio de Versalles, no tengo asignada renta vitalicia acorde con mi rango, ni he recibido nunca el tratamiento acorde a mi rango. Sufro en silencio la regiofobia de los demás desde hace años.

Del mismo modo, tampoco puedo cambiar mi sexo por más que me opere, me crea que soy de otro sexo o te obligue a que me pagues el hinchado de pechos con tus impuestos. A esto se le denomina ideología de género.

Del mismo modo que un niño no puede ponerse a trabajar porque no tiene sus músculos desarrollados como un hombre y a eso siempre le hemos llamado explotación infantil, tampoco está preparado para realizar actos sexuales, por no tener sus órganos sexuales desarrollados, ni su funcionalidad acabada. Ni tiene sentido que realice actos de procreación si todavía es estéril por ser todavía un individuo infantil. A eso siempre se le ha llamado perversión de menores. Por eso los chavales de 12 años van a primero de educación secundaria, porque su desarrollo cerebral, estadísticamente hablando, sólo les permite llegar a esos niveles y no superiores.

Resumiendo, como diría la sabiduría popular, aunque la mona se vista de seda, mona se queda. La condición física y real de cada uno o los defectos naturales no se pueden encubrir, ni cambiar, con mejoras meramente externas. No se puede ocultar la naturaleza de las cosas, por más que se intente negar la realidad.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Hagamos las cosas con sentido

PP2025=PSOE2005

La foto que tenía que haber sido