Extracto actualizado de la carta a Diogneto
Introducción
Veo,
muy excelente Diogneto, que tienes gran interés en comprender la
religión de los cristianos. Te interrogas sobre el Dios en
quien confiamos. Y digo QUIEN, no QUÉ, porque no es una fuerza del
universo abstracta, aséptica, sin mente y ciega, al margen de aquellos
sobre los que actúa.
Te interrogas sobre cómo le adoramos, te sorprendes de que no tengamos en consideración el mundo y despreciemos la muerte. Somos raros porque no hacemos el menor caso de los que son tenidos por dioses: futbolistas, actores afamados, políticos de prestigio, presentadores de televisivos o políticos de moda.
Pido a Dios, que nos proporciona tanto el hablar como el oír, que a mí me sea concedido el hablar de tal forma que tú puedas ser hecho mejor por el oír, y a ti que puedas escuchar de modo que el que habla no se vea decepcionado.
No adoramos estatuas
Mira no sólo con tus ojos, sino con tu intelecto también, de qué sustancia o de qué forma resultan ser estos a quienes no llamáis dioses pero a los que adoráis como si lo fueran.
Dice la sabiduría popular china que cuando un hombre posee más de tres cosas, las tres cosas poseen al hombre.
Y así pasáis la vida, atesorando joyas de plata u oro, que necesitan que alguien lo guarde
para que no las roben. Así buscáis siempre un coche más grande, más rápido, más potente... haciendo un uso pervertido del lema olímpico. Una nueva casa o una segunda si ya posees otra, tu reputación en las redes sociales...
¿No son
todos ellos dioses sordos
y ciegos, no son sin alma, sin sentido, sin movimiento?. ¿No se corroen y
pudren todos ellos?. ¿No son acaso dioses crueles que exigen sacrificios humanos?. ¿No perdéis vuestra vida por intentar ganarlos?. ¿Acaso no se dejan de traer niños al mundo para poder adquirir esos bienes?. ¿Cuántos niños no son asesinados dentro de sus madres para gastar su manutención y atenciones en la obtención de esos falsos dioses?
A estas cosas llamáis dioses, de ellas sois esclavos, y las adoráis; y acabáis siendo lo mismo que ellos. Y por ello aborrecéis a los cristianos, porque no consideran que éstos sean dioses.
No compramos a Dios
Luego, me imagino que estás principalmente deseoso de oír acerca del hecho de que reverenciamos a un Dios del universo y le consideramos como Señor.
No ofrecemos sacrificios a imágenes insensibles y sordas, ni tampoco se las ofrecemos a Dios, como si El estuviera necesidad de ellas. Esto sería considerado locura y no adoración religiosa. Porque el que hizo los cielos y la tierra y todas las cosas que hay en ellos, y nos proporciona todo lo que necesitamos, no puede Él mismo necesitar ninguna de estas cosas que El mismo proporciona a aquellos que se imaginan que están dándoselas a Él. Pero los que creen que le ofrecen sacrificios con sangre y sebo y holocaustos, y le honran con estos honores, me parece a mí que no son en nada distintos de los que muestran el mismo respeto hacia las imágenes sordas.
En referencia a los escrúpulos veganos con respecto a las carnes, y la superstición de muchos con respecto de horóscopos, lunas nuevas, la vanidad de sus tatuajes y el disimulo de sus ayunos y dietas, yo no creo que sea necesario que tú aprendas a través de mí que son ridículas e indignas de consideración alguna. Porque, ¿no es impío el aceptar algunas de las cosas creadas por Dios para el uso del hombre como bien creadas, pero rehusar otras como inútiles y superfluas? Y, además, el mentir contra Dios, como si Él nos prohibiera hacer ningún bien en el día de sábado, ¿no es esto blasfemo? Además, el alabarse de la mutilación de la carne como una muestra de elección, como si por esta razón fueran particularmente amados por Dios, ¿no es esto ridículo?
Ser cristiano
Porque los cristianos no se distinguen del resto de la humanidad ni en la localidad, ni en el habla, ni en las costumbres. Porque no residen en alguna parte en ciudades suyas propias, ni usan una lengua distinta, ni practican alguna clase de vida extraordinaria. Ni tampoco poseen ninguna invención descubierta por la inteligencia o estudio de hombres ingeniosos, ni son maestros de algún dogma humano como son algunos. Pero si bien residen en ciudades de griegos y bárbaros, según ha dispuesto la suerte de cada uno, y siguen las costumbres nativas en cuanto a alimento, vestido y otros arreglos de la vida, pese a todo, la constitución de su propia ciudadanía, que ellos nos muestran, es maravillosa (paradójica), y evidentemente desmiente lo que podría esperarse.
Residen en sus propios países, pero sólo como transeúntes; comparten lo que les corresponde en todas las cosas como ciudadanos, y soportan todas las opresiones como los forasteros. Todo país extranjero les es patria, y toda patria les es extraña. Se casan como todos los demás hombres y engendran hijos; pero no contratan a sicarios para que los ASESINEN DENTRO DEL VIENTRE DE SUS MADRES.
Celebran las comidas en común, pero cada uno tiene su esposa. Se hallan en la carne, y, con todo, no viven según la carne. Su existencia es en la tierra, pero su ciudadanía es en el cielo. Obedecen las leyes establecidas, y sobrepasan las leyes en sus propias vidas. Aman a todos los hombres, y son perseguidos por todos. No se hace caso de ellos, y, pese a todo, se les condena. Se les da muerte, y aun así están revestidos de vida. Piden limosna, y, con todo, hacen ricos a muchos. Se les deshonra, y, pese a todo, son glorificados en su deshonor. Se habla mal de ellos, y aún así son reivindicados. Son escarnecidos, y ellos bendicen; son insultados, y ellos respetan. Al hacer lo bueno son castigados como malhechores; siendo castigados se regocijan, como si con ello se les reavivara. Los judíos hacen guerra contra ellos como extraños, y los progresistas los persiguen, y, pese a todo, los que los aborrecen no pueden dar la razón de su hostilidad.
En una palabra, lo que el alma es en un cuerpo, esto son los cristianos en el mundo. El alma se desparrama por todos los miembros del cuerpo, y los cristianos por las diferentes ciudades del mundo. El alma tiene su morada en el cuerpo, y, con todo, no es del cuerpo. Así que los cristianos tienen su morada en el mundo, y aun así no son del mundo. El alma que es invisible es guardada en el cuerpo que es visible; así los cristianos son reconocidos como parte del mundo, y, pese a ello, su religión permanece invisible. La carne aborrece al alma y está en guerra con ella, aunque no recibe ningún daño, porque le es prohibido permitirse placeres; así el mundo aborrece a los cristianos, aunque no recibe ningún daño de ellos, porque están en contra de sus placeres. El alma ama la carne, que le aborrece y (ama también) a sus miembros; así los cristianos aman a los que les aborrecen. El alma está aprisionada en el cuerpo, y, con todo, es la que mantiene unido al cuerpo; así los cristianos son guardados en el mundo como en una casa de prisión, y, pese a todo, ellos mismos preservan el mundo. El alma, aunque en sí inmortal, reside en un tabernáculo mortal; así los cristianos residen en medio de cosas perecederas, en tanto que esperan lo imperecedero que está en los cielos. El alma, cuando es tratada duramente en la cuestión de carnes y bebidas, es mejorada; y lo mismo los cristianos cuando son castigados aumentan en número cada día. Tan grande es el cargo al que Dios los ha nombrado, y que miles es legítimo declinar.
Espíritu Cristiano
Porque
no fue una invención terrenal, como dije, lo que les fue encomendado,
ni se preocupan de guardar tan cuidadosamente ningún sistema de opinión
mortal, ni se les ha confiado la dispensación de misterios humanos. El
cristianismo no es una ideología, aunque muchos al negar a Dios, no
están capacitados para entenderlo. Los cristianos no perseguimos ideas.
Los cristianos estamos enamorados de una persona: Cristo, Jesús de
Nazaret, el Hijo de Dios, Padre, no madre. No seguimos a Gaia.
El Creador Todopoderoso del universo plantó entre los hombres la verdad y la fijó firmemente en sus corazones, no enviando (a la humanidad) a un subalterno, o a un ángel, o un gobernante, o uno de los que dirigen los asuntos de la tierra, sino al mismo creador del universo. A éste les envió Dios. ¿Crees que fue enviado para establecer su soberanía, para inspirar temor y terror? En modo alguno. Sino en mansedumbre y humildad fue enviado. Como un rey podría enviar a su hijo que es rey; Él le envió como enviando a Dios; le envió a Él como [un hombre] a los hombres; le envió como Salvador, usando persuasión, no fuerza; porque la violencia no es atributo de Dios. El le envió como invitándonos, no persiguiéndonos; Él le envió como amándonos, no juzgándonos. ¿[No ves] que los maltratan y ridiculizan en las redes sociales para que nieguen al Señor, y, con todo, no lo consiguen? ¿No ves que cuanto más los castigan, tanto más abundan? Estas no son las obras del hombre; son el poder de Dios; son pruebas de su presencia.
Revelación
¿O aceptas tú las afirmaciones vacías y sin sentido de los filósofos presuntuosos, de los cuales, algunos dijeron que Dios era un relojero ciego, y otros que no saben si existe, y otros que directamente no existe. Y, pese a todo, si alguna de estas afirmaciones es digna de aceptación, cualquier otra cosa creada podría lo mismo ser hecha Dios. Sí, todo esto es charlatanería y engaño de los magos y filósofos; y ningún hombre ha visto o reconocido a Dios, sino que Él se ha revelado a sí mismo. Pero cuando Él lo reveló por medio de su amado Hijo, y manifestó el propósito que había preparado desde el principio, Él nos dio todos estos dones a la vez, participación en sus beneficios y vista y entendimiento de (misterios) que ninguno de nosotros habría podido esperar.
Paganismo
Habiéndolo, pues, planeado ya todo en su mente con su Hijo, permitió durante el tiempo antiguo que fuéramos arrastrados por impulsos desordenados según deseábamos, descarriados por placeres y concupiscencias. No es que Él se deleitara en nuestros pecados; en absoluto, sino porque Él tenía paciencia con nosotros; no porque aprobara este período pasado de iniquidad, sino porque Él estaba creando la presente sazón de justicia, para que pudiéramos ahora ser hechos merecedores de la bondad de Dios, y habiendo dejado establecida nuestra incapacidad para entrar en el reino de Dios por nuestra propia cuenta, hacerlo posible por la capacidad de Dios.
Y cuando nuestra iniquidad había sido colmada plenamente, y se había hecho perfectamente manifiesto que el castigo y la muerte eran de esperar como su recompensa, y hubo llegado la sazón que Dios había ordenado, fue entonces cuando Él manifestaría su bondad y poder. Él no nos aborreció, ni nos rechazó, ni nos guardó rencor, sino que fue longánimo y paciente, y por compasión hacia nosotros tomó sobre sí nuestros pecados. El mismo se separó de su propio Hijo como rescate por nosotros, el santo por el transgresor, el inocente por el malo, el justo por los injustos, lo incorruptible por lo corruptible, lo inmortal por lo mortal. Porque, ¿qué otra cosa aparte de su justicia podía cubrir nuestros pecados? ¿En quién era posible que nosotros, impíos y libertinos, fuéramos justificados, salvo en el Hijo de Dios?
Dios envió al Verbo, para que Él pudiera aparecer al mundo, el cual, siendo despreciado por el pueblo (judío), y predicado por los apóstoles, fue creído por los gentiles. Este Verbo, que era desde el principio, apareció ahora y, con todo, se probó que era antiguo, y es engendrado siempre de nuevo en los corazones de los santos. Este Verbo, digo, que es eterno, es el que hoy es contado como Hijo, a través del cual la Iglesia es enriquecida y la gracia es desplegada y multiplicada entre los santos, gracia que confiere entendimiento, que revela misterios, que anuncia sazones, que se regocija sobre los fieles, que es concedida a los que la buscan, a aquellos por los cuales no son quebrantadas las promesas de la fe, ni son sobrepasados los límites de los padres.
Porque ni hay vida sin conocimiento, ni conocimiento sano sin verdadera vida; por tanto, los (árboles) están plantados el uno junto al otro. Discerniendo la fuerza de esto y culpando al conocimiento que es ejercido aparte de la verdad de la influencia (dominio) que tiene sobre la vida, el apóstol dice: El conocimiento engríe, pero la caridad edifica.
Porque el hombre que supone que sabe algo sin el verdadero conocimiento que es testificado por la vida, es ignorante, es engañado por la serpiente, porque no amó la vida; en tanto que el que con temor reconoce y desea la vida, planta en esperanza, esperando fruto. Que vuestro corazón sea conocimiento, y vuestra vida verdadera razón, debidamente comprendida. Por lo que si te allegas al árbol y tomas el fruto, recogerás la cosecha que Dios espera, que ninguna serpiente toca, ni engaño infecta, ni Eva es entonces corrompida, sino que es creída como una virgen, y la salvación es establecida, y los apóstoles son llenados de entendimiento, y la pascua del Señor prospera, y las congregaciones son juntadas, y [todas las cosas] son puestas en orden, y como El enseña a los santos el Verbo se alegra, por medio del cual el Padre es glorificado, a quien sea la gloria para siempre jamás. Amén.
* Actualización de un extracto de la carta A Diogneto, una obra apologética que quiere defender el buen nombre y la bondad del cristianismo en un contexto de acoso y persecución. Pese a que la carta es del siglo II, conserva plena vigencia en muchos de sus planteamientos que han sido adaptados a la realidad actual.
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