Asesinato Impune de Discapacitados

Cultura de la muerte

La cultura de la muerte es el resultado de una mentalidad utilitarista que deshumaniza al otro degradando su dignidad humana a la categoría de cosa. La dignidad de la persona desaparece, careciendo de valor en sí misma por lo que es. La persona pasa a tener valor por lo que hace, produce o por lo que se le pueda sacar que sea útil para el resto de personas. Me interesas en tanto te pueda utilizar, aprovecharte y, en última instancia, consumirte. Mientras sirvas a mis intereses, sean estos los que sean, te tolero. Para mantener yo mi estilo de vida, fagocito la tuya. Como diría el filósofo inglés del siglo XVIII Thomas Hobbes en su obra El Leviatán (1651) para referirse a que el estado natural del hombre: "El hombre se convierte en lobo para el nombre", en latín, homo homini lupus. La frase fue extraída por Hobbes de la obra dramática Asinaria, del comediógrafo latino Plauto (250-184 a. de C.).
En el fondo, esta mentalidad nos convierte en parásitos o depredadores y esta degradación de nuestra dignidad, nos hace ver al otro como un rival al que parasitar o depredar antes de que haga lo mismo con nosotros. Desaparece el amor en cuanto que es búsqueda del bien del otro antes del propio, y con ello, desaparece Dios y el fundamento de nuestra esencia de seres humanos.
La vida, por tanto, se transforma en una lucha por la supervivencia; que en realidad no es más que una lucha por intentar retrasar la inevitable muerte. Esa actitud defensiva ante el otro, cambia tu forma de ser y estar en el mundo. Al comportamiento que emerge de la unión de todas las personas que piensan de una forma parecida, se le denomina cultura. Cuando esa actitud parásita se contagia entre toda la población, la pandemia se denomina cultura de la muerte.

Cultura cacotanásica y eugenésica

Así, cuando se comienza a popularizarse el Asesinato Impune de Discapacitados (AID) camuflado bajo el eufemismo interesado de "eutanasia" o IVE, según la parte de la vida en la que se asesine a la persona, lo peor no es el AID en sí mismo, sino el cambio de mentalidad que se acaba asumiendo socialmente. En verdad, esto no es más que siguiente paso previsible de haber aceptado en el pasado el AFI  y el ASI. Este es el problema cuando se ve a personas con capacidades reducidas como un gasto inútil y una pesada carga de la cual hay que deshacerse.
El CoViD19, como el alivio de esta carga, ha destapado la gerontofobia larvada que se venía observando desde hace tiempo y que comenzó hace años con la apertura de la ventana de Overton de la película Mar adentro, de Amenabar. Un envoltorio de celofán que esconde, de facto, una discaforia que ya no se oculta, aunque se suavice hipócritamente con el lenguaje inclusivo.

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