Bulling político

A lo largo de las últimas elecciones municipales de 2023 en Catarroja, en Valencia, España; se ha venido produciendo un fenómeno tan elocuente como triste: la sistemática rotura de carteles electorales, cebada especialmente, aunque no exclusivamente, en el partido Vox. Os dejo algunos ejemplos de este maltrato electoral.

Quiero pensar que los responsables de esta persecución no pertenecen al resto de partidos democráticos, sino que ha sido consecuencia de cuatro niñatos maleducados, cuyo bienintencionado deseo era salvar la patria de partidos, condenados por ellos mismos, como antidemocráticos.

Es curioso como esta gente pretende erigirse en defensores de su particular visión sesgada de democracia, precisamente, negando el derecho de un partido democrático y constitucionalista a anunciarse. Derecho que sí que ofrecen al resto de fuerzas políticas. Es curiosa la arrogancia de quien:

  1. Se cree con el deber de salvar al resto del electorado de una información que ellos ya han juzgado dañina.
  2. Se arroga un poder policial del que carecen y del que no han sido revestidos por la sociedad.
  3. Impone su sesgado criterio a los demás, por la fuerza de la destrucción de un simple papel.
  4. Realiza una destrucción del enemigo atacando cobardemente a su imagen, a traición, sin posibilidad de defensa, de forma simbólica.
  5. Se erige como juez de lo que está autorizado o desautorizado sin tener conocimientos de derecho y sin haber estudiado nunca leyes.
  6. Acaba con el derecho de los compatriotas a informarse
  7. Malgasta un dinero empleado por los contribuyentes para generar el espacio de anuncio y el dinero empleado por los anunciantes.

Pero aún más llamativa me parece una ley que prohíbe reponer los pósteres arrancados por otros idénticos, en el día de reflexión, mientras el resto de partidos disfruta de su espacio y sus anuncios no mancillados por los energúmenos.

¿Debería la junta central autorizarnos a reponer los carteles arrancados para poder estar en igualdad de condiciones que el resto de los partidos no atacados vandálicamente?

¿Generarán los otros partidos declaraciones en contra de nuestros enemigos comunes de la democracia?

¿O serán cómplices silentes de la tropelía?

 A esto se le denomina jugar con trampas. No se puede jugar en democracia con las cartas marcadas. Es un trato injusto que nunca es denunciado por aquellos que ven cómo las fuerzas totalitaristas que amenazan la democracia, se ceban en un chivo expiatorio que les deja libres todavía a ellos para subsistir.

Ni una condena, por parte del resto de fuerzas políticas, de estos ataques sistemáticos, ni una mención pública de repulsa, ni la más mínima señal de sensibilidad ante estos ultrajes públicos. Un buen termómetro para medir la salud democrática de nuestra nación.

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