Tipificación del relato

Plandemia: conjunto de medidas políticas y sociales que se toman empleando como coartada la pandemia del CoViD19 sin estar sujetas propiamente a justificaciones de índole científica o médica.

La plandemia ha sido ejercida por la gente con poder (político y/o económico). Son leñadores que estaban esperando un árbol caído para hacer, cada uno, su particular leña, desde su posición dominante. Algunos estaban asociados en gremios y trabajaban coordinadamente. Otros han ido improvisando sobre la marcha. El hecho de que todos estén motivados por impulsos parecidos, da la sensación de cierta coordinación; pero simplemente era repetición de patrones oportunistas, que por su naturaleza eran de naturaleza táctica y rápida. Cuanta más leña pueda hacer un leñador, menos quedará para el otro.

Pero, para poder realizar sus maniobras con impunidad, había que inmovilizar a la víctima para minimizar efectos colaterales producidos por un paciente que se resiste.

Así, ha sido necesario generar un "relato" que presenta unas características narrativas muy peculiares que también se manifiestan en otros "relatos" como la Leyenda Negra, la inquisición, la pederastia católica, la violencia de género, la guerra de Ucrania o la demonización del Valle de los Caídos. Estas son las características más resaltables:

  1. El relato siempre es de tipo sentimental.
  2. Se utilizan sólo aquellas bases científicas que justifican mis medidas y refuerzan el relato. Se desprecian las restantes. Se emplean coartadas estadísticas que nunca son contrastadas, siempre son locales, inmediatas y cambiantes; para que no haya posibilidad de ver la verdadera escala y magnitud del problema real. El flujo de información es abrumador y no permite su digestión tranquila.
  3. Apoyo generalizado y unánime de los llamados “expertos” oficiales. expertos que son oficializados por el poder para que justifique sus decisiones.
  4. Es necesario un relato que esté refrendado por los tres frentes:
    1. Los medios de comunicación masivos que muestran una homogeneidad informativa muy llamativa. No existen apenas voces discordantes, ni debate serio y sincero. Las discrepancias son en forma y cosméticas; nunca de contenido, que es siempre aceptado acríticamente. 
    2. Lo apoyan y repiten sin cesar los líderes políticos.
    3. Los generadores de contenidos audiovisuales de ficción tanto en series de TV como en productos cinematográficos. Se emplean mensajes con argumentos que los apoyen, con el propósito de cambiar la actitud de la ciudadanía, provocando que haga, crea u opine cosas que originalmente no haría, crearía u opinaría. 
  5. Esta campaña de propaganda convence por agotamiento a la mayoría de la población. La necesidad de disponer de creencias seguras y firmes frente a una situación asfixiante y amenazante, genera enfado de la mayoría cuando se les trata presentar puntos de vista alternativos.
  6. Campañas de descrédito de los disidentes.
  7. Casi todos los que apoyan la narrativa oficial, lo hacen como un acto de fe y mayoritariamente nunca se molestaron en investigarlo.
  8. En la versión oficial todo encaja, es creíble y se resume en pocas palabras. Existe siempre un culpable fácilmente identificable, un chivo expiatorio. Siempre está claro quienes son los buenos y no hay mezcla entre ellos. La respuesta siempre es sencilla, rápida y evidente.


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