Trastorno obsesivo compulsivo enmascarado

En el principio, el zoológico de Valencia estaba en el parque de Viveros, en el centro de la ciudad. Tenía tan poco espacio para los animales, que el hipopótamo se tenía que conformar con flotar pasivo todo el día dentro de una bañera de su tamaño. El rinoceronte Rómulo, aprendió a caminar como en la sabana dentro de un cuadrado de escasamente 5x5m. Hacía círculos por el perímetro interno de su jaula.

Cuando crearon el biopark, un zoológico mucho más amplio y con ecosistemas adaptados a cada variedad de animales, Rómulo, que había desarrollado un trastorno obsesivo compulsivo a base de llevar años dando vueltas en la misma jaula, siguió haciendo lo mismo; encerrado en su jaula mental de por vida.

De todos es sabido que la probabilidad de contagiarse del CoViD-19 en la calle, de día, a pleno sol, bañado de los biocidas rayos UVA y UVB y circulando el aire en total libertad, es prácticamente nulo.

De hecho, tras abolir el pasado 10 de febrero, el uso obligatorio de mascarillas en exteriores, podremos ver, sin sorpresas, cómo sigue bajando la incidencia de la enfermedad. De todos es sabido que el uso de mascarillas en exteriores es una medida de control social más que de freno a la expansión del contagio.

Sin embargo, aquí aparece el efecto secundario nunca declarado de este tipo de medidas: recordarte que puedes ser un peligro para los otros; que los demás pueden ser un peligro para ti; mantener el estado de ansiedad en la gente y sobre todo, crearte una cárcel mental, mucho peor que la cárcel real enmascarada. Una cárcel que seguirá aprimiéndote durante semanas y meses después de dejarte libertad. Es el estrés postraumático que suge después de experimentar o ver algún evento emocionalmente intenso como ser conscientes de estar en una situación en la que se pueda perder la vida; aunque ese peligro pueda ser más imaginado que real.

Por eso, cuando veas a gente por la calle con mascarilla, aunque no sea necesario, ya tienes identificados a los que sintieron miedo real durante la pandemia y siguen, meses o años después en una situación traumática. Tienen miedo y eso desencadena una respuesta de "lucha o huida". Son como el rinoceronte Rómulo del Biopark. Hombres rinocerontes que se han acostumbrado a la pequeñez de su jaula y se conforman condar vueltas dentro con tal de poder seguir caminando, como Rómulo.

Gente con y sin mascarilla, ayer, en la Praza da Igrexa de Lalín. 


 

 https://www.bioparcvalencia.es/el-rinoceronte-romulo-se-traslada-a-sevilla/

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