Eres culpable por tu piel y yo no soy racista
Margaret Hagerman de la acreditada Cornell University acaba de publicar un libro denominado "White Kids: Growing Up with Privilege in a Racially Divided America". Traduzco: "Niños blancos: creciendo con privilegios en una América dividida por el racismo".
En el libro, que advierto no me he leído, afirma tras una sesuda investigación que incluso aunque los padres blancos no sean racistas, los niños blancos criados por sus padres blancos, acaban aceptando roles racistas.
Su solución: arrancárselos y que sean criados en un entorno multicultural.
Traduzco:
- Los blancos son malos por naturaleza. Llevan el racismo en la sangre. La única forma de acabar con el racismo es acabar con la familia heterosexual blanca. Es el nuevo chivo expiatorio de todos los males que aquejan al resto de razas. Que se lo pregunten a René Girard.
- El resto de razas son buenísimas y no son para nada racistas y en cambio sufren el racismo estructural de un mundo hecho por los blancos y para los blancos.
- Sin duda que esto mismo pasa en toda centro américa y sudamérica donde la herencia hispana (portuguesa y española) es mucho más intensa. Es lo que se deduce cuando se asume la parte por el todo, donde América es sólo los EE.UU. y el resto son colonias subdesarrolladas. Es lo que tiene el soft power. Cuidado con el agijón.
En fin, esto es lo que hay. Lo peor es que no hay nadie en la academia que le afee la conducta y le diga las cuatro verdades del barquero:
Este antiguo planteamiento que agfirma que los hijos no son de los padres porque los padres no saben educar a sus hijos como yo digo que hay que hacerlo suena muy de cerca a Celaá. La solución es arrebatárselos y educarlos en la nueva fe de estado socialista y dárselo a los soviets estatales, que ellos sí que saben de verdad cómo educarles.
Otra vez la minoría justificando sus males y echándoselos a los mismos de siempre. Otra vez dividiendo la sociedad y justificando conductas estatales escandalosas que si se dijeran de otros colectivos como las uniones homoparentales con niños gestados en vientres de alquiler, no sólo no saldría el libro a la venta, sino que además, acabaría la autora en una carcel opresora machista blanca.
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