Entendiendo la escala de valores zurda

Ley y justicia

Un judeocristiano, sobre todo si es maniqueo, suele dividir el mundo en buenos y malos. Hay un concepto de justicia basado en la ley de Dios. Aquellos comportamientos que se ajustan a esta ley, los denominamos justos y las injusticias son aquellos actos que no se ajustan a esa ley. Matar es malo, ser fiel a tu mujer es bueno.

La premisa es que existe un Dios. Ese Dios nos ama profundamente y quiere el bien para nosotros. Fruto de su amor, nos regala las pautas que nos llevarán hacia Él. Esas pautas vienen dadas en forma de mandamientos. Los mandamientos se transcriben en la sociedad humana en forma de leyes. Los comportmientos humanos se premian o castigan anticipadamente al juicio final por esas leyes humanas echas a imagen y semejanza de las de Dios.

La ley judeocristiana afirma que el bien y el mal son universales. Es decir, si un acto es bueno o malo no tiene nada que ver con quién lo cometió: rico o pobre, hombre o mujer, religioso o seglar, de una nacionalidad o de otra. Robar y asesinar son moralmente incorrectos, sin importar quién lo hizo.

Marxismo

Pero Karl Marx mató al Dios judeocristiano y en su lugar entronó un nuevo dios terrible que exigía sacrificios humanos. A este dios se le denominó clase económica. Así, el mundo cambió sus leyes en función de la nueva escala de valores otorgada por su profeta Marx. Así, los buenos y malos se cambiaron por los trabajadores con mucha prole (proletarios) y propietarios, explotados y explotadores.
Para Marx y para el marxismo, ya no existe una ley moral que se aplique a todos por igual, sean amos o vasallos, sean ricos o pobres, reyes o plebeyos. Ahora existe una naturaleza de bondad propia de la condición de pertenencia al nuevo dios. El bien se define ahora como lo que es bueno para la clase trabajadora; el mal es lo que es malo para la clase trabajadora.
Por eso tiene plena justificación las famosas palabras de Friedrich Nietzsche en más allá del bien y del mal.
A diferencia de los judeocristianos, para los marxistas, no existe el bien universal o el mal universal puesto que no existe un Dios padre que nos iguale a todos como hermanos.Así, no es de extrañar que el señor Engels, uno de los apóstoles de esta nueva religión, deje clara la nueva escala de valores ajustando las leyes a la nueva moral que responde a este nuevo dios clase:

"De acuerdo con eso, rechazamos toda pretensión de querer imponernos como ley eterna, definitiva, y por lo tanto, como ley moral inmutable, cualquier moral dogmática bajo el pretexto de que también el mundo moral tiene sus principios permanentes, que están por encima de la historia y de las diferencias nacionales. Por el contrario, afirmamos que hasta hoy toda teoría moral ha sido, en última instancia, producto de una situación económica concreta de la sociedad. Y como hasta hoy la sociedad se ha agitado entre antagonismos de clase, la moral ha sido siempre una moral de clase: o justificaba la dominación y los intereses de la clase dominante, o representaba, cuando la clase oprimida se hacía lo bastante poderosa, la rebelión contra dicho dominio y los intereses del futuro de los oprimidos." (F. Engels. 1878. Anti-Dühring.- Sección Primera.- IX: Moral y Derecho. Verdades eternas).
Coherentemente, el discípulo aventajado de Marx, Vladimir Lenin, no tuvo ningún rubor en proclamar que:
"Decimos que nuestra moral está completamente subordinada a los intereses de la lucha de clases del proletariado. … No creemos en una moral eterna. … Repudiamos toda moralidad derivada de conceptos no humanos (es decir, Dios) y no clasistas." (Discurso al Tercer Congreso de la Liga Juvenil Comunista Rusa, 2 de octubre de 1920.)
Tras la segunda guerra mundial, el aumento de la prosperidad de las naciones y la progresiva tecnificación de los trabajos acabó diluyendo los esquemas tradicionales de la lucha de clases. La caída del muro de Berlín dejó fuera de juego a toda la izquierda. El fracaso de la extinta URSS destrozó al dios inventado por
Nietzsche dejándolo esparcido por el suelo como si una estatua hueca de barro se hubiera caído de su pedestal.
El famoso artículo de Francis Fujuyama El fin de la historia fue un buen colofón a esta sensación de desazón que quedó enel perplejo corazón de los marxistas.
Decía Gilbert Keith Chesterton que el problema de los que dejan de creer en Dios, no es que no crean en nada, es que se lo creen todo.

Progresismo

Así pues, los herederos ideológicos de Marx, tuvieron que crear un nuevo dios. Sólo que esta vez, no creo uno, crearon muchos. Algunos ya existían como la raza, el poder o el sexo. Otros fueron artificialmente inventados como el género. Consecuentemente, cada uno de ellos traía su propia moralidad y con ella, sus dogmas y leyes. Así, la internacional socialista y comunista pasó a denominarse la internacional progresista, porque ya no tenía sentido la lucha de clases. Se dieron cuenta de que la lucha de clases no era sino un caso muy concreto y reduccionista de una lucha mucho más amplia por el poder cuyo dios siempre es el débil. Había que identificar al débil y hacer causa común con él pasara lo que pasara. Así apareció
  1.  La lucha feminista cuyo dios es el sexo femenino. Sus dogmas son el aborto, los anticonceptivos, la brecha salarial, los derechos reproductivos y la violencia de género y sus demonios son los hombres, el machismo, el heteropatriarcado, la maternidad y como consecuencia de ello, la familia.
  2. La lucha racial cuyo dios es la raza negra. Sus dogmas es la explotación histórica y la injusticia social. Sus demonios sólo son las personas de raza blanca, el resto de razas son neutrales o asimilables a su situación.
  3. La lucha de género cuyo dios es LGBTi+. Sus dogmas es la discriminación o LGBTfobia, el cambio de sexo, la educación sexual y las leyes de igualdad. Por supuesto, sus demonios más detestables son la transfobia, la homofobia y los cissexuales, especialmente si son hombres.
  4. La lucha internacional cuyo dios son los países más débiles. Sus dogmas son . Sus demonios preferidos son Estados Unidos e Israel.
Esta nueva religión da mucha tranquilidad a sus fieles y seguidores. Por el mero hecho de pertenecer a un grupo ya eres bueno y tienes la salvación asegurada. Si perteneces a los demonios, por el mero hecho de serlo, eres condenable y deplorable. Así, 
  1. Una mujer siempre dice la verdad y hay que creerla si o si. Los hombres siempre son sospechosos y se les elimina la presunción de inocencia. 
  2. Una persona negra no puede ser racista. Solo los blancos pueden ser racistas. Y, de hecho, todos los blancos son racistas. Por eso surgirán como setas por todo el país manifestaciones vandálicas protestando cada vez que un enfrentamiento entre un policía y un negro y éste último muere. El oficial de policía es automáticamente racista (salvo que sea negro) y la muerte automáticamente se considera asesinato. Si el muerto fuera blanco, ni siquiera saldría en las noticias de un bloguero local. Las manifestaciones acabarán en vandalismo que se saldará con "reparaciones" que destrozarán tiendas y las vaciarán de enseres. A la izquierda, el concepto de verdad objetiva se considera cada vez más una forma de supremacía blanca.
  3. Estados Unidos siempre se equivoca cuando hace casi cualquier cosa en el mundo que involucre a países más débiles: asesina a un terrorista de oriente próximo o construye un muro para aislarse de Méjico. En Europa tenemos nuestros propios monstruos con la inmigración ilimitada. Todo esto está mal porque los que actúanasí son mucho más fuertes que esos otros países. Como Israel es mucho más fuerte que los palestinos y además a los israelíes se les clasifican como blancos (a pesar de que más la mitad de los israelíes no son blancos), la izquierda considera que Israel está equivocado. Cuando Israel ataca justificadamente a Gaza por lanzar cohetes sobre Israel, la izquierda globalista ataca porque Israel es mucho más fuerte que el pueblo de Gaza y porque los blancos han atacado a personas de color.
Existe una deuda histórica que hay que resarcir porque la situación actual es consecuencia de una violencia enquisatada y sistémica de la cual impuesta por los demonios antagonistas de cada dios. Por ello, cuando los abusados sistémicos estallan, su violencia está siempre justificada y se ve como un acto de resarcimiento histórico necesario.
Así, cuando los negros saquean, solo están tomando lo que se merecen o, como suelen decir los saqueadores, los bienes saqueados son "reparaciones". Un organizador de Black Lives Matter en Chicago, Ariel Atkins, lo expresó claramente:

"No me importa si alguien decide saquear una tienda Gucci o Macy's o Nike porque eso asegura que esa persona coma. Eso asegura que esa persona tenga ropa. Eso es una reparación. Cualquier cosa que quieran tomar, tómela porque estas empresas tienen seguro.
"

Por supuesto, para que todo esto funcione, debe ser convenientemente regado con millonarias subvenciones a redes clientelares de ONGs sumisas que son el brazo armado de la ingeniería social que emana del poder y que requiere la connivencia de los media que no dudan en presentar siempre a la muerta del día por violencia de género mientras ocultan cientos de Asesinatos Fetales Impunes, a los asesinatos infantiles realizados por mujeres, a los hombres maltratados o asesinados por mujeres; que no dudan en presentar al negro muerto por la policía mientras que no sacan nunca a los blancos, mientras, deliberadamente, quitan el foco en la brutalidad policial en general.

A la izquierda, el concepto de verdad objetiva se considera cada vez más una forma de supremacismo blanco. Por lo tanto, si eres blanco, hombre y encima tienes ideas religiosas, eres el blanco perfecto (nunca mejor dicho) de la izquierda y eres carne de telediario.

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