¿Qué pasa cuando un pastel de chocolate se considera una ensalada César?

En un autoservicio, alguien se equivocó en el etiquetado de los productos.

El pastel de chocolate pensaba que la comida asignada no coincidía con la comida sentida. Él se sentía ensalada césar porque alguien le había dicho que lo era y, a pesar de que realmente era un pastel de chocolate. Para solucionar este desaguisado

  1. Como el pastel de chocolate se sentía ensalada César, se propuso realizar una terapia hormonal con cirugía de resignación al pastel para que tuviera aspecto de ensalada aunque seguía siendo un pastel por dentro.
  2. Se denunció al cliente que se había dado cuenta del error por transcomidafobia.
  3. Se obligó a todos los clientes a llamar a cada comida por su etiqueta y no por su naturaleza.
  4. Como habían reticentes y díscolos que no querían hacerlo, se dictaron normas en el restaurante por las que se podía negar la comida a aquellos que no la solicitaran bien e incluso se dieron clases de formación para el nuevo cambio de nombres.
  5. Aparecieron asociaciones de defensa de los nuevos nombres para defender el derecho de la comida a llamarse como quisiera.
  6. Incluso algunos comenzaron a desconfiar de aquellos alimentos que se etiquetaban como toda la vida y coincidían con sus etiquetas.
  7. Pronto comenzaron a aparecer nuevas identificaciones, cada vez más extrañas a los ojos de los comensales de toda la vida.
  8. En las pantallas de publicidad de las comidas promocionadas que aparecían encima de los camareros, la superficie ocupada por los alimentos trans (naturaleza de la comida coincidía con la etiqueta) era mayor que la de los alimentos cis (naturaleza de la comida coincidía con la etiqueta) y además estaban más tiempo en pantalla. Estaban ampliamente sobrerrepresentados.
  9. De hecho, algunos alimentos cis, viendo lo bien que trataban a los trans, comenzaron a intercambiar entre sí sus etiquetas para poder gozar también de esos privilegios. Era la picaresca culinaria.
  10. Surgieron asociaciones subvencionadas por el restaurante para promocionar la nueva comida que estaba artificialmente poniendo de moda la cocina.
  11. Pero todo esto tenía consecuencias. La gente obesa que se pedía ensalada césar para bajar peso, incrementaba su colesterol y cada vez sus análisis eran peores. Pero eso no importaba.
  12. Los vegetarianos tenían problemas digestivos porque les daban carne cuando pedían brócoli y si protestaban por ello, los brócolis se sentían ofendidos y los clientes encima tenían que pedirles perdón siendo amonestados públicamente.
  13. Se eliminó el derecho de objeción de conciencia de los camareros a servir lasaña cuando se les pedía brócoli e incluso fueron despedidos con deshonor por falta de profesionalidad.
  14. Pronto, otros restaurantes fueron presionados para que aceptaran la nueva situación con el fin de que el restaurante original no se sintiera discriminado ni agredido por la insolidariedad del resto de restaurantes insensibles con su problema. La Oranización de Restaurantes Unidos, la ORU, se encargó de utilizar los fondos que suministraban todos los restaurantes adheridos con el fin de impulsar su agenda transalimenticia entre todos los restuarantes. Incluso llegó a condicionar el acceso al fondo de ayuda solidaria entre restaurantes a aquellos restaurantes con dificultades a la adopción de la agenda transalimenticia.
  15. Lo peor fue cuando en un concurso de cocina de brócolis, se presentó el restaurante con un plato de lasaña exquisito que acaparó las alabanzas del jurado que consideró su sabor como divino y barrió con todos los insípidos brócolis ante un público que no podía dar crédito a sus ojos. El estupor de los brócolis que llegaron a amenazar con abandonar la competición el año siguiente.

No sigo contando más sucesos bochornosos por no alargar el post, pero la lista era enorme.

¿No hubiera sido todo mucho más fácil si se hubiera cambiado el cartel para que esté delante de una ensalada césar y contarle la verdad al pastel? Es decir, que era todo una gran equivocación, pedir disculpas, cambiar los carteles y hacer que cada comida supiera y aceptara lo que realmente era.

 

 

 

 

 

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