Estos fascistas es que se visten como putas

El recibimiento en Rentería que le hicieron al grupo político Ciudadanos o la bienvenida neolítica en Sestao que le dieron a Vox unos 300 neardentales antifas o la realizada a San Sebastián o Leganés han sido calificados de provocadores. En el caso de Vox, además, se le añade la circunstancia de que además estarían rentabilizando la visita en términos electorales fingiendo ser víctimas. a tenor de las declaraciones que los agitadores políticos zurdos que piensan que todos actúan según lo pagtrones que ellos mismos son tan propensos a utilizar.
El legítimo y democrático derecho de presentar sus propuestas políticas en la calle, al igual que hacen todos los partidos políticos, sea considerado una provocación y justificando así el linchamiento público en la plaza del pueblo, no deja de ser un buen indicador de la calidad democrática en la que ha devenido nuestro estado de derecho. Es normal que los de siempre generen respuestas airadas cuando simplemente se menciona que se les va a acabar el chollo subvencionado a los de siempre.
Así, los de siempre, se rompen las vestiduras acusando falsamente a los supuestos fascistas de hembristas y de toda clase de tropelías que nunca cometieron pero de las que son responsables subsidiarios por orden de la arrogancia zurda. Esos mismos que dicen que nada justifica una agresión sexual, son los mismos que justifican los linchamientos y las agresiones en nombre de la provocación de su mera existencia ideológica. Existe un teléfono contra el acoso sexual, una ley de violencia de género y pronto debería mos tener un teléfono contra el acoso político, un una ley de violencia política.

Paradoja de la tolerancia

Con este ambiente político, la perversión del estado de derecho,justifica que les tiren todo tipo de objetos como expresión de que no hay que tolerar al intolerante y especialmente a lo que el juzgado zurdo sentencia como fascismo que además presenta el agravante de que probablemente todo es un montaje fingido, que no lo fue. Es la aplicación práctica de la paradoja de la tolerancia del filósofo austríaco Karl Popper. Esta paradoja no es más que la confirmación de la incoherencia del relativismo y de que si tienes unas ideas, forzosamente has de ser coherente con ellas y convertirte, por ello, en intolerante. Ser intolerante no es malo.
El verdadero combate está en las ideas y en los argumentos racionales, emocionales, históricos y de todo tipo. Renunciar a este frente es generar mártires que son semilleros de nuevas formaciones y justificar la propia intolerancia asumiendo que se es tolerante.
Esta incoherencia antifascista estaría asumiendo formas fascistas con la intención de despertar al auténtico fascismo para que ellos puedan aplastarlo y justificar así pues sus formas realmente totalitarias e intolerantes.

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