Genuflexión cobarde de Chick-fil-A
El gigante de la comida rápida Chick-fil-A anunció recientemente una revisión de sus políticas de donación que excluía a los grupos cristianos considerados "hostiles" a la causa LGBTQ+.
(NdR: La hostilidad ha sido declarada por el propio lobby simplemente porque mantienen principios éticos diferentes por el simple hecho de ser cristianos)
(NdR: La hostilidad ha sido declarada por el propio lobby simplemente porque mantienen principios éticos diferentes por el simple hecho de ser cristianos)
El periódico Wall Street Journal informó sucintamente, "Chick-fil-A Concede".
Esta claudicación y traición a sus propios principios afecta a las empresas, estadounidenses o no, de tres maneras que tendrán consecuencias trágicas para toda la sociedad, sea americana o no.
Esta claudicación y traición a sus propios principios afecta a las empresas, estadounidenses o no, de tres maneras que tendrán consecuencias trágicas para toda la sociedad, sea americana o no.
Se introduce la cobardía como parte de la política empresarial
El deseo de ganancias no motivó a Chick-fil-A a ceder. Su base de clientes no tuvo problemas con su política actual. Sin embargo el miedo jugó un papel importante. Las empresas e instituciones estadounidenses han carecido durante mucho tiempo siendo la columna vertebral frente a la agenda social de la izquierda. En los últimos tiempos se ha visto como las grandes empresas, gigantes minoristas y empresas de todo tipo han ido cediendo ante las presiones zurdas, incluso cuando esto ponga en peligro sus resultados económicos.
Nadie se sorprende del celo de sacar a Dios de la plaza pública y sus mercados adyacentes. Pero este no es más que otro eslabón en el que el mundo corporativo ha ido apoyando a las minorías radicales, a los que piden apoyar el aborto hasta el nacimiento (de momento), a las grandes corporaciones aborteras, apoyar decididamente la agenda arcoiris, instalar baños transgénero o hacer la guerra a la Navidad. Pero también son denunciadas aquellas que no transigen o presentando bajo perfil intentan pasar desapercibidas.
La cobardía o la simpatía moral comenzó en aquellas empresas cuyas juntas directivas simpatizaban con las causas y los vicios que apoyaban. Se entendió que aquellos que tenían posiciones contrarias podrían competir en un mercado libre de productos e ideas.
La cobardía o la simpatía moral comenzó en aquellas empresas cuyas juntas directivas simpatizaban con las causas y los vicios que apoyaban. Se entendió que aquellos que tenían posiciones contrarias podrían competir en un mercado libre de productos e ideas.
Sin embargo, la decisión de Chick-fil-A es diferente. Con su ejemplo, ha quedado claro que incluso aquellos que no simpatizan con la agenda LGBTQ + deben rendirse ante la presión y el miedo.
Como la tercera cadena de comida rápida más grande del mundo, la nueva política de la compañía envió un mensaje de que la concesión es la nueva regla para todos aquellos que suben al nivel más alto del mundo corporativo. El miedo a ser diferente anuló todas las preocupaciones, incluso las de los beneficios.
Como la tercera cadena de comida rápida más grande del mundo, la nueva política de la compañía envió un mensaje de que la concesión es la nueva regla para todos aquellos que suben al nivel más alto del mundo corporativo. El miedo a ser diferente anuló todas las preocupaciones, incluso las de los beneficios.
La política empresarial americana abandona la ley moral
La segunda razón por la cual la decisión equivocada de Chick-fil-A es importante es que indica que hay un cambio de paradigma en el panorama moral de la América corporativa. El mundo empresarial estadounidense se fundó sobre un código moral cristiano en el que se asumía que una sociedad basada en una ley moral es próspera. Por lo tanto, la comunidad empresarial siempre ha apoyado generosamente a grupos y organizaciones que defienden este código moral sustentador.
La decisión de Chick-fil-A de retirarse de la ley moral cristiana que la compañía ha defendido durante mucho tiempo, envía el mensaje de relativismo moral que proclama que la moral no solo es negociable sino que debe ser reemplazada sin costes empresariales.
La decisión de Chick-fil-A de retirarse de la ley moral cristiana que la compañía ha defendido durante mucho tiempo, envía el mensaje de relativismo moral que proclama que la moral no solo es negociable sino que debe ser reemplazada sin costes empresariales.
El pensamiento de la policía de la izquierda ha decretado que incluso pensar que ciertos comportamientos son pecaminosos es anatema. Aparece un nuevo código moral dominado por la corrección política y la política de identidad de género reemplaza al antiguo basado en la ley natural.
Las empresas americanas lubrican económicamente a la nueva dictadura
Finalmente, la decisión equivocada de Chick-fil-A es importante porque señala el establecimiento de una dictadura inmoral que se autoarroga la tarea de decidir qué es aceptable. El lobby LGBTQ + no tiene mandato del mundo del consumidor. Ahora toma medidas para extender su tiranía incluso sobre los disidentes. En un espacio donde se supone que el cliente es el rey, los usurpadores gobiernan.
En el caso de la cadena Chicken-sandwich, los nuevos gobernantes no podrían ser más contrarios a sus mecenas cristianos. Estos maestros no son más que una pequeña minoría que asume un inmenso poder a través de los medios y la presión social. Su objetivo no es el alojamiento de otros puntos de vista, sino la rendición forzada. Nunca estarán satisfechos con las concesiones que Chick-fil-A, no sólo las actuales, sino también las que rendirá en el futuro. Nunca olvidarán su pasado imperdonable de defensa del matrimonio cristiano. La fe del converso exige sobreactuación.
Cuando las empresas traicionan sus principios, se ponen en el camino rápido hacia la ruina. Por lo tanto, la decisión Chick-fil-A representa un nuevo cambio peligroso que terminará mal no solo para el gigante de la comida rápida sino también para la América cristiana. De hecho, cuando se puede presionar a las empresas para que actúen en contra de las normas morales de sus clientes, uno debe preguntarse inevitablemente si el mercado sigue siendo libre.
En el caso de la cadena Chicken-sandwich, los nuevos gobernantes no podrían ser más contrarios a sus mecenas cristianos. Estos maestros no son más que una pequeña minoría que asume un inmenso poder a través de los medios y la presión social. Su objetivo no es el alojamiento de otros puntos de vista, sino la rendición forzada. Nunca estarán satisfechos con las concesiones que Chick-fil-A, no sólo las actuales, sino también las que rendirá en el futuro. Nunca olvidarán su pasado imperdonable de defensa del matrimonio cristiano. La fe del converso exige sobreactuación.
Cuando las empresas traicionan sus principios, se ponen en el camino rápido hacia la ruina. Por lo tanto, la decisión Chick-fil-A representa un nuevo cambio peligroso que terminará mal no solo para el gigante de la comida rápida sino también para la América cristiana. De hecho, cuando se puede presionar a las empresas para que actúen en contra de las normas morales de sus clientes, uno debe preguntarse inevitablemente si el mercado sigue siendo libre.
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