Asesinato Impune con agravante de alevosía, premeditación y ensañamiento
Os
voy a contar un caso morboso que ha ocurrido recientemente en España.
Una pareja joven se separa por culpa de una tercera persona. Otra mujer
que se ha interpuesto entre ellos. Vamos a llamarla María.
La primera mujer, llámese Eva, conmocionada, en un arrebato de rabia y con la intención de recuperar a su pareja de nuevo, busca a un sicario y queda con él en asesinar a esta tercera persona interpuesta pagando previamente la cantidad de dinero demandada por el sicario.
Un día, quedan Eva y María en una casa que el sicario usa para sus necesidades "profesionales". El sicario es un hombre de mediana edad y algo grueso. Frio y profesional. En aquella casa, el sicario, en connivencia con Eva, asesina a la mujer interpuesta. No se ha escuchado ni un susurro, ni un grito de la víctima. No hay testigos. Nadie se ha percatado del acto aunque fue violento. Se derramó bastante sagre, pero no fue difícil. "No hubieron complicaciones", dijo el sicario.
El sicario, que es un profesional, trocea a la víctima y la coloca en bolsas de plástico que luego echa a la basura. La sangre es limpiada en la estancia y mi rastro queda de lo ocurrido. Nadie se ha dado cuenta del asesinato. Nunca nadie sabrá nada. Ha sido todo en silencio y oculto a la vista del resto del mundo.
Con la mujer desaparecida, Eva consigue que su amante acabe volviendo con ella. Pero su relación ya nunca volverá a ser igual. Ellos saben lo que ha pasado. Transcurridos unos meses, ambos se separan. Ambos guardarán el secreto para siempre. Él no denunciará a Eva. Eva nunca se entregará a la policía. Los barbitúricos, diacepinas, depresión por lo realizado,... comienzan a aparecer en la vida de Eva.
La policía ni aparece en esta historia. Jamás han echado en falta a María. No aparecerá en las estadísticas oficiales de desaparecidos, ni formará parte de los crímenes por resolver.
La mujer desaparecida, María, tenía tres meses de edad en el vientre de su madre. El sicario era un abortero.
La primera mujer, llámese Eva, conmocionada, en un arrebato de rabia y con la intención de recuperar a su pareja de nuevo, busca a un sicario y queda con él en asesinar a esta tercera persona interpuesta pagando previamente la cantidad de dinero demandada por el sicario.
Un día, quedan Eva y María en una casa que el sicario usa para sus necesidades "profesionales". El sicario es un hombre de mediana edad y algo grueso. Frio y profesional. En aquella casa, el sicario, en connivencia con Eva, asesina a la mujer interpuesta. No se ha escuchado ni un susurro, ni un grito de la víctima. No hay testigos. Nadie se ha percatado del acto aunque fue violento. Se derramó bastante sagre, pero no fue difícil. "No hubieron complicaciones", dijo el sicario.
El sicario, que es un profesional, trocea a la víctima y la coloca en bolsas de plástico que luego echa a la basura. La sangre es limpiada en la estancia y mi rastro queda de lo ocurrido. Nadie se ha dado cuenta del asesinato. Nunca nadie sabrá nada. Ha sido todo en silencio y oculto a la vista del resto del mundo.
Con la mujer desaparecida, Eva consigue que su amante acabe volviendo con ella. Pero su relación ya nunca volverá a ser igual. Ellos saben lo que ha pasado. Transcurridos unos meses, ambos se separan. Ambos guardarán el secreto para siempre. Él no denunciará a Eva. Eva nunca se entregará a la policía. Los barbitúricos, diacepinas, depresión por lo realizado,... comienzan a aparecer en la vida de Eva.
La policía ni aparece en esta historia. Jamás han echado en falta a María. No aparecerá en las estadísticas oficiales de desaparecidos, ni formará parte de los crímenes por resolver.
La mujer desaparecida, María, tenía tres meses de edad en el vientre de su madre. El sicario era un abortero.
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